Las mujeres siempre somos juzgadas hagamos lo que hagamos.
Si decides ser madre, nunca lo haces lo bastante bien.
A pesar del dolor, has vuelto a trabajar muy pronto dejando a tu hijo a cargo de otra persona. O has decidido cuidar a tu hijo despidiéndote de tu trabajo, solicitando una excedencia o una reducción de jornada.
Otras mujeres deciden no ser madres y se las tilda de egoístas. Hay una presión sobre nosotras para reproducirnos y muchos no entienden que una mujer escoja no ser madre.
Llevas toda tu vida estudiando y formándote. Estudiando y trabajando a la vez. Has pospuesto la maternidad buscando el “momento ideal”. Estudios, trabajo fijo, pareja estable, vivienda… la lista no se acaba. Difícilmente lo consigues antes de los 35 años. Es entonces cuando tu reloj biológico empieza a sonar muy fuerte. Si todavía no te ha sonado, tu entorno te lo recuerda de forma incesante. La fertilidad a partir de entonces cae en picado. Sientes prisa, dudas, presión, culpa…
La conciliación entre la vida laboral y familiar es sumamente difícil.
Si con un poco de suerte tienes un contrato de trabajo y no eres autónoma, a las 16 semanas se termina el permiso de maternidad. Muchos esperan que vuelvas a ser productiva laboralmente, como si “solo” maternar no fuera suficientemente productivo y estuviéramos de vacaciones. Dejas a tu bebé a cargo de tu madre, de tu suegra o en una guardería. Vuelves al trabajo con culpa, ansiedad y mucha tristeza por dejar a tu bebé. Durante todo el día no dejas de pensar en él. Si le dabas el pecho, a partir de ese momento tienes que sacarte la leche en el trabajo o pasar a la leche de fórmula. Con lo que te había costado… En el trabajo esperan que vuelvas a ser la misma de antes y con el mismo rendimiento.
Las madres “que se lo pueden permitir” y aparcan durante un tiempo su vida laboral para cuidar de sus hijos, parece que estén “de vacaciones”, “no trabajen” o “sean unas mantenidas”. A pesar de que muchas cuentan con una buena profesión, sienten que necesitan estar y cuidar de sus hijos y no tiene ningún sentido delegar sus cuidados en otros mientras “trabajan de forma remunerada”. Nuestra sociedad capitalista y patriarcal no valora los cuidados, solo se valora el trabajo productivo remunerado. Yo me pregunto: ¿Qué sentido tiene trabajar de forma remunerada para pagar a terceros por el cuidado de tus hijos?
Desde mi punto de vista, las guarderías son un recurso muy valioso para aquellas familias que no dispongan de otros recursos para la crianza de sus hijos. Hacen una gran labor en el acompañamiento emocional de los pequeños, pero, ¿necesita un niño antes de los 3 años ir a la guardería para aprender a socializarse, jugar o aprender rutinas o es una necesidad de los adultos? En mi opinión, la mejor escuela se encuentra en casa, con la familia. En Catalunya, el gobierno ha decidido que el curso de P2 (segundo curso de parvulario) sea gratuito para las familias. Puede parecer una buena medida para que las madres puedan trabajar fuera del hogar pero, ¿y si se destinaran estos recursos económicos directamente a las familias para que pudieran criar a sus hijos?
Después del parto se espera que recuperes tu figura con rapidez. Después del primer año del posparto se presupone que se puede recuperar la figura anterior al embarazo. No tienes tiempo para hacer ejercicio, practicar los hipopresivos, hacer los ejercicios de Kegel ni de alimentarte adecuadamente… ¿cómo te va a caber la ropa de antes del embarazo? Continúas llevando pantalones de embarazada y ropa ancha y te parece muy lejano volver a ponerte su ropa de siempre. Tu cuerpo cambia, aparecen estrías, el abdomen se dilata… Para la mayoría de nosotras no es una prioridad que el cuerpo vuelva a ser como antes. Nada es como antes.
La relación de pareja se transforma con la llegada de un hijo. Nunca más volveréis a ser dos. Se pierde la intimidad personal y de pareja. En el posparto la sexualidad queda aparcada. Con la lactancia materna la libido de la mujer acostumbra a disminuir. Con los meses, se puede ir recuperando poco a poco, pero resulta difícil encontrar el momento. Se incrementa el apoyo mutuo, la comprensión, la complicidad y el cariño.
Ser madre sin que se note… ni lo queremos ni pensamos que sea posible. Abogo por poner los cuidados en el centro y por políticas que apoyen emocional y económicamente a las madres y a las familias para criar de forma respetuosa, sin tener que delegar en terceros.