Entre el año y medio y los dos años es frecuente que los niños/as peguen y/o muerdan a otros niños/as de su edad y a veces también a sus padres. Esto se entiende como una conducta evolutiva dentro de la normalidad. Es la etapa de la separación progresiva de sus figuras de referencia, un periodo de autoafirmación y el inicio del camino hacia su independencia.
En esta etapa, su nivel de lenguaje es muy básico e insuficiente para expresar cómo se sienten y qué necesitan. La adquisición de lenguaje les ayuda a expresar su malestar de una forma menos agresiva. Su nivel de autocontrol es escaso y las emociones como el enfado, la exaltación emocional, la frustración, etc. son expresadas a través de la acción en modo de manotazos, mordidas, etc. Su cerebro está en pleno desarrollo y en esta edad tienen comportamientos instintivos y poco reflexivos.
Entre los 2 y los 4 años, el nivel de tolerancia a la frustración de los niños/as es muy bajo. Los padres deben intervenir ante estos comportamientos inadecuados, parando el acto violento, poniendo palabras a cómo se debe sentir y dando alternativas de conductas más adecuadas. Es importante acompañarlos y ayudarlos a gestionar las diferentes situaciones, actuar como modelos, poner palabras a sus emociones y enseñarles a resolver los conflictos de manera más asertiva.
Cuando el niño/a vuelve a la calma, se puede hablar de la situación ocurrida, indagar en los desencadenantes de esta conducta agresiva y ofrecer alternativas para solucionar el problema de manera no agresiva. Mientras están alterados, no sirve de nada hablar de lo que está sucediendo, ya que la activación emocional es demasiado elevada. Las reflexiones muy complejas tampoco les ayudan a comprender lo sucedido.
Vamos a poner un ejemplo, imaginemos que estamos en el parque con nuestro hijo/a. Está jugando con la arena junto con otros niños. Uno de los niños le quita el cubo a nuestro hijo/a y él/ella responde con un mordisco. Lo primero que podemos hacer es separarlo y contenerlo. Cuando se haya calmado le podemos decir que entendemos que se haya enfadado porque lo estaba pasando muy bien jugando con la arena y otro niño/a le ha quitado su juguete sin permiso y eso no está bien. Pero no se puede morder ni pegar cuando está enfadado porque hace daño. La próxima vez que pase le puede decir al niño/a que no le quite su juguete o acudir a mamá/papá para que le ayuden a solucionarlo.
Es necesario consultar con un especialista en psicología infantojuvenil si estas conductas agresivas aparecen con frecuencia e intensidad. Si necesitáis ayuda, no dudéis en contactar conmigo.